Entre febrero y septiembre de 1692, la aldea de Salem, en Massachussets (EEUU), vivió acontecimientos terribles e inquietantes. Durante aquellos meses, no menos de 19 hombres y mujeres fueron acusados de brujería y condenados. Además de ellos, se acusó de cometer crímenes semejantes a cientos de otras personas. ¿Qué podrían hacer los habitantes de Salem frente a tal explosión de locura colectiva?
MUJERES DE EXTRAÑO COMPORTAMIENTO...
Fue un invierno duro, el de 1692 en Salem, el más frío en la memoria de la gente del lugar. Los habitantes estaban agazapados en sus viviendas, intentando sobrevivir al hambre. Pero aquella calma aparente estaba destinada a durar poco: todo comenzó cuando una joven muchacha, Betty Parris, normalmente dulce y alegre, comenzó a comportarse de forma extravagante, para mostrar poco después los síntomas de una enfermedad que en la época resultaba todavía desconocida, siendo víctima de frecuentes ataques de fiebres y dolores, hasta ser presa de convulsiones que apenas podía controlar. En el auge de sus ataques, comenzaba a hablar en una lengua completamente desconocida, emitiendo sonidos que aterrorizaban a la gente sencilla del lugar. Cotton Mather, que había escrito un libro en el que hacía una lista de pruebas que podían indicar que un hombre o una mujer se dedicaba a la brujería, atribuyó la causa de aquel comportamiento a la magia.
En el mismo período, las tres compañeras de trabajo de Betty empezaron a mostrar comportamientos análogos al suyo; todas fueron sometidas a un exámen médico, al término del cual las tres fueron declaradas afectadas por el mismo mal. Fue este diagnóstico el que decretó el comienzo de una verdadera inquisición que se abatió con ferocidad sobre todos los habitantes de Salem. Las noticias relativas a cuanto estaba empezando a ocurrir se filtraron en el momento en el que los notables de la ciudad obligaron a las muchachas sospechosas a revelar quién había lanzado sobre ellas aquella maldición.
La primera bruja detenida se llamaba Tituba, criada de Samuel Parris; al cabo de poco tiempo, también Sarah Gordon y Sarah Osborne, dos señoras de edad algo avanzada, siguieron su suerte.
¿UN CASO DE ALUCINACIONES?
Así, las tres pobres mujeres fueron acusadas de practicar la brujería y en marzo fueron condenadas, sin posibilidad de defenderse. En poco tiempo, la población de Salem empezó a ser víctima del miedo, viendo brujas y brujos por todas partes. La estación que siguió fue tan cálida como helado había sido el invierno, y los cazadores de brujas permanecieron muy activos: detuvieron a más de 150 entre brujas y brujos. A veces, bastaba un simple testimonio de un ciudadano para transformar a un inocente en un peligroso practicante de la magia negra. Frecuentemente, quien era acusado no era más que una pobre mujer anciana, absolutamente inocente.
Las cárceles rebosaban de presos que no podían ser condenados por el simple hecho de que...¡faltaba el juez! Hacia fines de mayo de 1692 llegó a Salem el nuevo gobernador, Phips, el cual organizó un tribunal especial, que llamó "Court of Oyer and Terminer", que literalmente significa "La Corte de la Audiencia y el Veredicto". Los procedimientos se seguían una vez al mes, y casi siempre los veredictos eran de culpabilidad, a pesar de que las pruebas contra los acusados fueran muy vagas, si no inexistentes: casi siempre, la envidia y la enemistad empujaban a las personas a acusar a sus vecinos de practicar la brujería, y a menudo estos testimonios bastaban para llegar a un veredicto de culpabilidad. Entre los condenados, hubo también un policía, un sacerdote y algunos personajes importantes del lugar. Pero la mayor parte de los acusados eran mujeres.
La situación se hizo tan difícil que los habitantes prefirieron dejar Salem, por miedo a caer un día u otro bajo las garras de la inquisición. Luego, en octubre la situación comenzó a mejorar: poco poco, sin aparente motivo, los acusados fueron declarados inocentes y liberados. ¿Pero qué había sucedido en Salem? ¿Se puede asegurar que las acusaciones estaban asociadas a la brujería?
LAS RAZONES DE LA ACUSACIÓN
Está claro que si las denominas brujas de Salem hubieran poseído verdaderos poderes mágicos, no habrían tenido nada que tener de sus perseguidores, al contrario, habrían podido acoger la condena con espíritu alegre y luego hallar un modo más fácil de escapar riéndose de sus carceleros. Más bien, parece que la población de la aldea podría haber sido víctima de un fenómeno de histeria colectiva, el cual su vez provocó alucinaciones en masa; si a todo esto se le añade el espíritu cerrado que reinaba en aquella zona y en aquellos tiempos, podemos entender que el ambiente fuera muy hostil.
Otra hipótesis se basa en la posibilidad de que entre los habitantes se hubiera difundido una enfermedad bastante particular, el ergotismo, provocado por la ingestión del cornezuelo del centeno, un cereal que contiene una sustancia fuertemente alucinógena.
La teoría actualmente más acreditada, sin embargo, es la que adelantó la escritora Mary Beth Norton, estudiosa de la historia de EEUU, quien, en su libro "En la trampa del diablo", explica que en la época de los acontecimientos narrados Salem, así como toda la región que forma Nueva Inglaterra, estaba bajo la permanente amenaza de los ataques de los indios, por lo que la población estaba sometida a grandes tensiones, hasta el punto de perder la cabeza...En efecto, parece que muchos de los acusados presentaban facciones más o menos parecidas a las de los temidos enemigos, quienes eran considerados a su vez seres diabólicos.
En todo caso, antes de que la opinión pública diera cuenta de la enormidad del suceso, muchas de las mujeres habían sido encarceladas y condenadas.